sábado, 31 de octubre de 2009

Meditaciones sobre el moho y otros asuntos

Algunas reflexiones, sobre el moho y otros asuntos

Se acerca la fecha de mi aniversario de matrimonio, 9 de noviembre.
Veinticuatro años de casados, llevo más de la mitad de mi vida viviendo con mi esposo. Pudiera decirse que nos conocemos bien, que conocemos uno del otro todas las manías, los defectos, lo que nos causa alegría, lo que nos causa tristeza, lo que nos gusta etc., etc. Pero esta aseveración no es tan cierta. Todavía a veces cuando el me prepara un café, me pregunta si le coloca azúcar y yo pienso cada vez que me hace esa pregunta, cuantas veces tengo que decirle que a mí me gusta el café sin dulce, después de tantos años y todavía no lo sabe???? O cuando me prepara un té, a mi me gusta más agua que leche y con splenda y me toca asegurarme de recordárselo para que no lo prepare de otra manera. Después de tantos años juntos y todavía no conoce mis gustos más sencillos?? Um!!! Antes me enojaba por la falta de su atención a estos detalles. Y comparaba como yo si me preocupaba por prepararle la comida que le gusta, como yo si me fijaba en hacer las cosas del modo que el las prefiere, y llegaba a la conclusión de que definitivamente mi amor por el era más grande que el de el por mí.
Por estar pendiente de todo lo que el no hacia bien según mi punto de vista, no valoraba otras cosas. Como su preocupación por hacerme el desayuno, así esté corriendo de afán por las mañanas (aunque la avena a veces le quede tan espesa que la cuchara quede parada) , cuando me deja floja la tapa del frasco de compota que me llevo para la oficina para que no se me haga difícil destaparlo , cuando tiende la cama que juntos compartimos porque a mí me duelen las manos para hacerlo, cuando me hace masaje en los pies para aliviar el dolor en mis coyunturas, cuando me da palabras de ANIMO cuando me siento derrotada por la enfermedad y el dolor. Cuando los domingos a pesar de que a veces es el único día que tiene para descansar y sin importar el calor agobiante se levanta temprano a cortar el pasto y arreglar el jardín.
Este año no tenemos dinero para darnos un regalo de aniversario, así que decidí comprarle un frasco de mermelada de naranja que le gusta mucho, para endulzar un poco sus desayunos y yo misma le hice una tarjeta. Repujé el papel, escogí los colores y quedó muy bonita. No sé porque este año me salió lo que le quería decir en inglés y así lo hice, me sonaron dulces las palabras. Aún no sabemos cómo vamos a celebrar y no será algo muy elaborado porque no hay dinero, pero tengo suficientes motivos para festejar ese día como uno de los días más felices de mi vida. Nuestro matrimonio no ha sido un jardín de rosas, o tal vez sí, pero incluyendo todas las espinas. Sobre todo desde que nos vinimos a vivir a los Estados Unidos, nunca imaginamos la magnitud de estrés y cambios que eso iba a originar en nuestra relación y últimamente con mi diagnóstico de cáncer y los problemas económicos han sido tiempos muy difíciles, pero como de las cosas malas salen cosas buenas he aprendido a apreciar más a mi esposo. El ha tenido la voluntad y la disposición para trabajar en nuestra relación y me ha demostrado incondicionalmente su amor por mí y por nuestra familia. Con el cambio de trabajo le ha tocado afrontar situaciones aburridas y agobiantes, pero su actitud es la de medírsele a los retos. Sé que hay días que no quisiera levantarse, pero me dice que la opción de rendirse no puede existir en su lenguaje porque nosotros lo necesitamos. Ultimamente ha bajado mucho de peso y no puede dormir bien, pero continua adelante, cada día me sorprende con su coraje, eso me hace admirarlo, sentirme orgullosa y me ha gustado descubrir y aprender estas cosas nuevas sobre su personalidad.
Estuve revisando el álbum de fotos de nuestro matrimonio y me encontré la desagradable sorpresa de que le estaba saliendo moho. Conseguí un nuevo álbum, y cambie las fotos de lugar. Eso me hizo reflexionar sobre las relaciones humanas, a veces dejamos que se enmohezcan, a veces lo hacen solas con el paso de los años y cuando nos damos cuenta ya es tarde porque hay situaciones que no tienen reversa. Así como limpié las fotos de mi matrimonio y las pasé a un nuevo álbum, bonito, limpio, he aprendido que hay que añadir frescura y belleza a mi relación matrimonial. Por eso estas palabras son un homenaje a ese hombre maravilloso que me tocó en suerte como esposo, porque sí definitivamente la suerte juega un papel importante a la hora de enamorarnos, después con el tiempo ya no es cuestión de suerte, es cuestión de trabajo en equipo , de compromiso, de querer hacer bien las cosas, y aunque exista amor no es garantía de que las cosas funcionen, hay altibajos, disgustos , pero las ganas de sacar adelante la familia que hemos construido ,ha sido una prueba del verdadero amor que nos tenemos, que aguanta hasta el moho de los años.
Me gusta esa palabra, “equipo” porque eso somos, pero a la vez cada uno tiene su propia individualidad y a pesar que somos tan diferentes en algunas cosas, esas mismas diferencias también nos unen, esto último nos costó mucho trabajo aceptarlo. El es extrovertido, es una persona muy social, le gustan los deportes, es como se diría en inglés “Outdoors”. Yo por el contrario soy introvertida, me gustan algunos deportes “para mirarlos solamente”, me gusta leer y escribir, (a el no) y soy “Indoors”. Después de muchos años de casados fue que descubrimos esas diferencias, porque al comienzo nos unieron nuestros intereses comunes, la misma profesión, las mismas metas, la empresa, los niños que estaban pequeños y cuando nuestros hijos crecieron y tuvimos un poco más de espacio para reencontrarnos el uno al otro el choque de esas diferencias no fue muy agradable. Tuvimos que aprender a acomodarnos a las nuevas situaciones. El proceso de migración que tuvo nuestra familia nos hizo darnos cuenta de las diferencias que teníamos con otras personas y entre nosotros mismos. Es muy distinto vivir en tu país donde todo el mundo maneja más o menos la misma idiosincrasia ,donde el círculo en que te mueves tiene más o menos tus mismas creencias, forma de pensar y cuando te enfrentas a un mundo tan diferente y multicultural te sientes como mosco en leche y diferente y para completar notas que tu pareja tiene gustos diferentes a los tuyos y de pronto sientes que no lo conoces tan bien como creías, y que hay cosas que no te gustan y te llena la sensación de que ahora son más las cosas que te separan, que las que te unen.
De esto aprendí tres lecciones maravillosas Tolerancia, flexibilidad y que entre blanco y negro hay muchos tonos de grises. Personalmente me di cuenta que yo era intolerante, inflexible y para mi todo era blanco o era negro, esa tres actitudes ante la vida me hacían sufrir mucho. Aprendí que lo que es diferente no necesariamente es malo, y que de las cosas distintas que he encontrado en mi vida puedo aprender cosas nuevas y disfrutarlas.
Cuando hemos tenido la visita de la madre naturaleza con sus vientos huracanados, he visto como las palmeras de mi jardín se doblan ante la inclemencia del viento, a veces sus hojas tocan el suelo y se pueden observar sus troncos totalmente tronchados , para luego erguirse nuevamente y sobrevivir la tormenta, en cambio los árboles que no son flexibles que se resisten al viento, son arrancados de raíz, quedan tirados en la calle, esperando a que venga la sierra a cortarlos en trozos pequeños para poder ser retirados del camino. Que gran lección sobre la flexibilidad nos da la naturaleza, hay que estar abierto a los cambios, a las nuevas posibilidades, a veces esos cambios no nos gustan, como mi enfermedad que nos puso la vida patas arriba, pero finalmente tuvimos que incorporarla a nuestro día a día y mientras más uno se resista y se aferre al pasado, es más difícil sobrellevar las nuevas situaciones.
Y por ultimo hay tonos de grises entre blanco y negro, no todo tiene que ser perfecto, hay que aprender cuales son las peleas que vale la pena luchar y no desgastarnos en las que no lo valen. Como dice mi poema -La mujer del cuarto piso-, “aprendí que para ser feliz no hay que ser perfecta ni la más hermosa”.
Lo que más atesoro de mi relación matrimonial es que he encontrado un compañero que siempre me inspira a sacar lo mejor de mí misma, me estimula a ser mejor ser humano apoyando mis cualidades y ayudándome a combatir mis defectos y es más les tiene paciencia. Ha aprendido a identificar cuales son mis alergias emocionales y tiene más tolerancia con ellas y se esmera en entenderlas y así no nos ocasionan tantos disgustos. A veces hace el papel de antihistamínico y me ayuda a tomar conciencia de que debo hacer un alto en el camino cuando lo necesito.
Por último entre todas las cosas que he aprendido a su lado quiero destacar que por fin aprendí y acepte que el no puede leer mi mente, que si quiero o deseo algo tengo que decírselo porque el no es clarividente y eso no significa que me quiera más o menos, que cuando el me dice las cosas, no tienen un sentido oculto, ni un mensaje de doble fondo, simplemente en lenguaje llano me dice lo que me quiere decir y ya!
He sido afortunada de poder crecer a su lado y espero seguir teniendo la fortuna de celebrar muchos más aniversarios , poder envejecer juntos y cuando estemos bien viejitos seguir caminando tomados de la mano llevando en nuestros corazones el amor que nos profesamos y que se nos desborde en la mirada.


Claudia Lozano
Octubre 30, 2009